jueves, 17 de diciembre de 2015

No hay espadas

Lo único, que me queda por hacer, es llorar ante la nada, desgarrarme el alma llorando cosas que no están, llorando en la sala de espera esperando a alguien que sé que no llegará… No tengo espadas para dar cara en esta batalla, que día a día se hace más pesada y eterna. No hay espadas en mí en mi armario, ni armaduras, ni menos escudos; ya no hay, porque los utilice todos y ahora ya no tengo con qué protegerme. Es inútil pensar en un mañana azulado y tranquilo, mientras mi alma lucha contra los fantasmas de mis derrotas sin poder esconderse. Ya no hay espadas, para combatir las noches oscuras y llenas de soledad que se refugian en mis ojos para luego estallar, convertidas en gotas de cristal.

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